Rendirse no significa dejar de luchar, dejar de vivir.
Rendirse es aceptar. Rendirse ante la grandeza de la vida, rendirse delante del destino común. Rendirse y reverenciar la vida y mirar con ternura y alegría la muerte que nos espera. Mirarte y admirarte porque tu ya la has tomado, pero yo todavía no lo puedo entender. Has traído una dulce rendición a mi pecho, a mi corazón, has traído la certeza de que lo único que ya no esta es tu cuerpo, pero tu alma, tu amor lo impregna todo. Has traído la alegría de saberte sabía, de saber que tu trozo de camino en esta tierra, ya ha llegado a la meta.
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Decálogo para crear a tu madre interna
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Noviembre 2020
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